Hola queridxs, ¿cómo están?
Esta vez no voy a poder escribirles mucho porque lo estoy haciendo desde mi cama, todo tapado y con fiebre, algo que no me suele pasar. No recuerdo haber estado enfermo muchas veces en mi vida. ¿Ustedes si? Yo recuerdo de chico haber tenido varicela, porque me picaba mucho todo el cuerpo, también haberme intoxicado por comer un paquete entero de galletitas vencidas y luego si resfríos estacionales, pero no mucho más que eso. Para muchos estar enfermo era pasar todo el día en casa con la excusa perfecta para faltar a clases. Para mí era una molestia porque después tenía que ponerme al día con la tarea y me perdía las anécdotas divertidas de lo que pasaba. Para mi el tiempo libre era cuando terminaba con todas mis obligaciones escolares. Pero claro, estar enfermo de adulto no es divertido. Es molesto y con muchas responsabilidades que no se pueden cancelar.
En mi caso mi cuerpo pide descanso. Hace una semana arrancó la Feria del Libro de Buenos Aires, lo que para mi representa un ritual, una costumbre y un momento tan amado como odiado: pocas ferias del libro en el mundo son tan largas como convocantes. Casi 20 días ininterrumpidos de estar todo el día parado hablando de libros con gente de todas partes genera una efusión como un cansancio al que es imposible quedar entero. Lo lindo de la feria es que me encuentro con mucha gente querida, lo malo es el exceso de atención al público. Hay una sensación de iluminismo librero que te enorgullece cuando le recomendas un libro perfecto a una persona que no esperaba encontrarse con él y que le puede cambiar un momento de su vida. A veces pienso en que es algo tan simple y que puede hacer mucho por alguien. El resto de las cosas que suceden adentro son todas anecdóticas, Paz debe recordar algunas que vivimos juntos pero quienes no vivieron nunca una feria les recomiendo un capítulo de la serie sueca Amor y Anarquía que explica perfectamente ese momento.
Buenos Aires es una de las ciudades con más librerías por habitantes del mundo. ¿Cuántas librerías conocen en sus ciudades? Estos días no me moví de casa pero al viajar en el transporte público no es raro encontrar una librería en esta ciudad, lo raro es encontrar esta casa exclusiva de vestidos de quince, muy kitsch, de los mismos colores. ¿Ustedes recorrieron algunas de estas casas?
Tengo guardados cuadernos con anotaciones varias, no las suelo llevar por lo general encima como Belu, sino en los viajes. Ahí si anoto música que descubro, comidas, nombres de lugares, alguna excursión que quiero hacer, algún otro lugar a recorrer y algunas anotaciones varias. En mi patio tengo varias plantas en macetas, las fotos se las debo porque como les dije estoy acostado pero no tengo ninguna con muñecos como los de Paci. Lo que si tengo atesorado son algunos de los muñecos que venían en los Kinder y están en mi biblioteca, junto con un origami de una cebra, una pelota de softball, un muñeco de Gokú, una postal de un recital y un sello de goma.
Supongo que si le diera entidad a cada uno de esos objetos, uno podría decir, por ejemplo, “yo soy la cebra de la biblioteca, la que busca camuflarse entre libros de colores aunque puede estar dentro de ellos, pues allí lograría esconderse entre el blanco de las hojas y el negro de la tinta, llegará el día en que lo haga y sorprenderé a los leones que me acechan alrededor”. Aunque no se si ya eso sea por estar delirando por la fiebre.
Como les dije al principio, estoy en cama y el cuerpo me pesa pero si todavía me quedan fuerzas les voy a proponer un ejercicio para cuando estén desganados como yo.
- Usen la excusa (real o inventada, no importa) como motor del texto, empiecen contando porque no pueden escribir o cumplir tal o cual compromiso y desarrollen, exageren, den vueltas sobre las infinitas posibilidades que rondan esa imposibilidad. Sumen a esa excusa otras nuevas, como si todo fuese un obstáculo para escribir lo que no estarían dejando salir. Si les sirve de inspiración, hay un célebre artículo de Pedro Mairal que vale de ejemplo.
Ahora si me voy a descansar un poco a ver si me levanto mejor, pero no sin antes dejarles este tema alusivo cantado por un querido pelado italo-escocés-porteño.
Apenas me recupere las sigo leyendo.
Lxs quiere,
Salvo.