27 de septiembre, La Pampa y la vía, Buenos Aires, Argentina
Queridxs triperxs:
Tardé mucho en escribir esta carta. No sé si les pasará a los demás escritores, pero tengo tanto-tanto que me cuesta ordenar, más después de un año en el que viví tanto.
Si, repito mucho tanto. Porque realmente lo fue.
No quería que esta carta se convirtiera en una catarsis (o parodia de Mamma mia como me encanta nombrar a mi experiencia de 3 meses y medio en una isla en Croacia).
Sigo rumiando, todo el tiempo. Los temas, reflexiones, perlas de las experiencias van apareciendo a medida que voy viviendo. En el Bondi, en casa, mientras escucho un podcast, cuando tomo un mate o estoy caminando por Regatas en Belgrano.
Soy de las Sierras de Córdoba, de un pueblo muy chico llamado Los Cocos. Todo el mundo lo ubica por el laberinto. Ante esa frase a mí me encanta saltar y decir: #LosCocosNoEsElLaberinto, Los Cocos son las sierras. Sierras que el 20/09 se quemaron. Mucho. Mucho. Mucho. Y yo estoy rara.
Hace más de 365 días que no recibo la primavera. Se me vino ese pensamiento mientras me pintaba para ir al cumpleaños de una amiga. Ya es primavera en este lado del charco, de fondo suena Floricienta (hace poco fue el Cris Morena Day, ni lo vi, pero sé que Cruzando el Charco sacó el tema “Por Que” rockeado y justo lo estaba escuchando).
Me gusta leer libros en donde puedo conocer un poco más el mundo y mi país. Y también, conocer la historia que alberga cada lugar. Soy ese tipo de nerd que le gusta las novelas románticas históricas. Actualmente estoy leyendo “Corazón de amazonita” de Gloria Casañas y mientras dibujaba en la compu me puse a escuchar una entrevista que le hicieron. Al ocurrir todo en Iguazú, con su naturaleza tan exhuberante, tropical y autentica, ella pregunto: ¿cuál es tu paisaje interior?
El mío son las sierras. En verano. Todas florecidas.
Y esto me lleva a pensar sobre nuestra identidad que sin lugar a dudas esta vinculada a nuestro lugar. A nuestro paisaje interior.
Definirme como alguien de las sierras es definirme como alguien contemplativo, rebelde, resiliente, libre. Y cuando me siento perdida, recordar la conexion con mi lugar de origen me ancla. Me pone en orbita. Me recuerda el ser parte de algo, con la alegria de lo genuino.
Ustedes, ¿tienen ese paisaje interior que se refleja afuera? O más bien, ¿son de los que van armando ese paisaje interior con distintos paisajes?
Yo creo que el desafio creativo en mi vida es armar ese paisaje interior. Ya tiene un lugar de origen donde descansa. Ese centro de operaciones donde se tiran todas las directrices. Luego voy armando con los distintos lugares que fueron corazonada al corazón.
Y ahí logro armar esa obra maestra muy propia. Muy genuina. Muy Sofi.
Creo que armar eso es un gran tesoro y refugio a donde ir. Dedicarle tiempo a armarlo, aunque sean 10 minutos al día, es una gran inversión que hacemos a nuestro futuro. Una esperanza a nuestro presente. Una regeneración a nuestro pasado. Y lo que ocurre ahí tiene una mística mágica.
Ya comenzada la primavera me olvidé cómo es que se la recibe. Porque desde el año pasado todo es comenzar devuelta, es dejar que todo muera, muera mucho.
Viajeros, me entenderán.
Cuánto cuesta duelar la persona que uno ES en un destino.
Cuánto cuesta duelar cuando de golpe ya cumpliste tu sueño al que tanto tiempo anhelaste.
Cuánto cuesta duelar las expectativas que tenías de un lugar.
Uf…
¿Repercutirá en algo que hace más de 365 días no reciba a la primavera?
La última vez que la recibí fue en septiembre del 2022. Una Sofi completamente distinta - aunque viéndolo con el diario del lunes veo que esa Sofi que florecía el 21 de Septiembre del 2022 era la mujer que tenía que florecer para poder enfrentar las batallas físicas y del corazón que se me venían.
Primavera - verano - otoño - primavera ya comenzada - verano - otoño - primavera terminando - verano - otoño - invierno - primavera.
Fa… tuve que leer en voz alta esta cronología de estaciones que me tocó vivir. Intento seguir poniéndome en orden a ver si alguien me entiende, o al menos me entiendo yo y logro que esto tenga un hilo conductor.
Recuerdo que a mis 18 años, un sacerdote comentó en una charla: de los 18 a los 28 años uno saca de la mochila toooodo lo que te enseñaron tus papás, y empezás a escribir tu propia historia. Pones las cosas sobre la mesa, y empezás a decidir con qué cosas que te enseñaron decidís quedarte, y qué cosas sacás, porque ya no te pertenecen ni identifican.
Me acuerdo que eso me caló hondo. Soy la mayor de 5 hermanos. ¿Cómo era eso de “sacar lo que tus papas te enseñaron?” ¿Cómo es posible que yo haga eso? Y año a año recordaba esa frase, pensando en qué temas tendría qué sacar de manera consciente. Como si uno se sentara en esta mesa y sacara esas cajitas.
Eso ocurre sólo metafóricamente. A las cosas las vas sacando a medida que vas viviendo y experimentando. La ansiedad de estos tiempos no va con esta frase. Por algo son esos famosos 10 años.
Los años impares siempre fueron de mucho crecimiento en la adversidad. No está bueno catalogar a los años así, pero debido a que hace 6 años la constante en mi vida se resume de esa manera, no me queda otra que creerlo. En el 2023 cumplí 28 años, la edad en la que, en teoría, termino de sacar esas cosas que me enseñaron mis papás y empiezo a contruir el camino propio con más conciencia.
Y finalmente sucedió.
Esta vez con un criterio más adulto. Esa adultez que te llega en la adversidad. Cuando se te desmoronan los cimientos en los que siempre creciste, y tenes que comenzar devuelta.
Desde las cenizas, como hoy lo está haciendo Los Cocos, pero esta vez sin máscaras, sin malezas. Con dolor que se ve, pero con una fuerza mística que te invita a re-comenzar y a re-generar. En la era que tanto se invita a sanar, romper patrones y armar el camino propio… Nos abrazo.
Somos muchos en este loco camino, pero si algo nos va a ayudar a transitarlo, es abrazarnos bien fuerte a la belleza y respiro hondo que nos da nuestro paisaje interior.
Y ahí, encontrar fuerzas para resurgir.
No te olvides de construirlo a diario.
Feliz primavera. Feliz regenerar.
Abrazo enorme.
Sofi